4.3.11

Querida hermanita...

Aprovecho el día de la hermana para pedirte...
perdón: por lavarle el pelo a tus muñecas, por comer rápido mis frutillas para después seguir con las tuyas, por pintar con esmalte de uñas tus autitos de colección, por no defenderte cuando correspondía, por lavar con agua caliente y convertir en batita tu saquito de lana rosa… de esas y muchas otras, te desquitaste con ganas cuando estrenaste en mi flequillo tu flamante juego de peluquera o cuando delante de mi pretendiente dijiste que tenía pelos en las piernas…
Pero como Bettelheim se encargó de explicar que “(…) “la rivalidad fraterna”, ese miserable sentimiento hace referencia sólo de modo accidental a los verdaderos hermanos de un niño, ya que tiene su origen en los sentimientos del pequeño respecto a sus padres…” y esto pertenece a otro capítulo, prefiero continuar diciendo...
gracias: por no arrancarme las mechas cuando nos peleábamos sin piedad, por no echarme de tu cama cuando tenía miedo a la oscuridad, por sacarme llorando del baño del consultorio convenciéndome de que era mejor terminar rápido con la radiografía contrastada y muy especialmente por no aprovechar el momento de venganza cuando por propia voluntad, me tenés mansita, en la camilla con mi cara… en tus manos.
(Laura y Selva en Barracas con "la Mone" 1970 )

No hay comentarios:

Publicar un comentario